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lunes, 21 de octubre de 2013

21 DE SEPTIEMBRE

El frío está ahí a la espera de que se oculte el sol. Mi cuerpo sigue vivo y mi mente aún recuerda y tiene esperanzas de seguir en la senda del equilibrio. Celebré mi cumpleaños con Alicia, Aurora, Yoli, Paloma, Enriqueta, Laura, Ana, Moisés, Melchor, Hugo y otro Moisés. Comimos varias cosas y dimos un paseo por Frailes, y volví a recordar a Manolo que estará escondido entre los rosales y el laurel de su casa. Y miré para arriba, junto al Nacimiento y ví la casa de Michael, solitaria, mientras su perra lo buscaba arriba y abajo y otra mujer le había apilado la leña para que se caliente cuando venga.
Escuché flamenco en el Palacete de la Hilandera, y fue mucha gente, Patri nos abrió su casa y la voz de Virginia Gámez se escuchó potente en la calle Real, mientras todos los que había allí movían el pie, la cara o su cuerpo. Tomaron cerveza y embutidos y salieron, después, a la calle.
Pero en estos días y en aquellos, querido Michael, recuerdo mil escenas junto a tí. Subo a tu casa corriendo, me siento en tu patio y miro a Frailes, veo la torre de la iglesia, el Ayuntamiento, veo como vienes a visitarme al Consistorio y te escribo y sigo escribiéndote. Tú que nos has hecho inmortales que dejaste nuestros pequeños nombres con grandes letras en el umbral de esta historia. Y converso con Chica, con Felisa, con Paqui y nos vemos desamparados, esperando tu venida. Y la celebraremos allá junto a tu casa del Calvario, con música y con conversaciones, con vino y con rosas, juntos, junto a a la lumbre y volverás a cantarnos tus canciones.  

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