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jueves, 11 de junio de 2015

Y ASI SE FUE DEL PLENO MUNICIPAL DON RAFAEL

A LA CORPORACIÓN MUNICIPAL DEL EXCELENTÍSIMO AYUNTAMIENTO DE ALCALÁ LA REAL. 10 -6-15

He luchado bien, he mantenido la fe y he acabado mi carrera.
Por eso el Señor me contará entre sus elegidos”
                      Carta de S. Pablo a Timoteo, 7.4

Queridos compañeros de Corporación:

Cambié mis faenas en el año 2007 y -en el relevo- os entrego el inventario de este tiempo. Lo que empezó siendo un compromiso personal y una misteriosa aventura ha terminado como un reto superado y un adiós ambiguo. Lo diré desde el principio: gracias a todos por haberme ofrecido este aprendizaje  penúltimo que hoy termina, pero …!parece todo tan antiguo y tan nuevo!
Estas palabras son muy importantes para mí, porque resumen dos estados de ánimo contradictorios y complementarios al mismo tiempo: la alegría y la tristeza. Las dos son expresiones de una despedida deseada y temida, prisionera y liberadora, para el recuerdo y para el olvido … No es sólo emoción, es sentimiento e ideología, consecuencia y compromiso, realidad y deseo, ayer y mañana. Sé que he gastado muchas horas y he renunciado a algunos placeres –demasiados- , pero no debo hablar de mí. Demos el tiempo por bien empleado. 
            ¿Qué deciros, sino que me voy con un poco de nostalgia, algo más de gratitud, otro poco de impotencia y otro mucho de rabia en este día? Y también con una buena dosis de ternura y de corazón “partío”, enredado en cada una de las esquinas de este lugar noble, en donde la democracia tiene su pedestal y su palabra. Y que me llevo algunas preguntas sin respuestas, algunos silencios no explicados y el saco de  la utopía encerrada en el baúl de los sueños rotos. Me llevo también algún aplauso leve -silencioso y breve- en alguno de esos Plenos en los que más de una vez me sentí extraño. Pero … no le demos más vueltas, ya no será lo mismo. Todas las despedidas suponen pasar página y empezar un libro nuevo. Lo pasado pasado queda y así, como nos canta Serrat de vez en cuando, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Hace 8 años yo me emocionaba en este mismo lugar y con un parecido laberinto. Quiero decir que  me voy, pero que me gustaría dejar -al menos- una ligera huella escondida en esta silla desde donde os hablo. Con doña Elena y doña Ana Cortecero, en su presente ausencia, con mis compañeros de gobierno socialistas, siempre en la brecha y siempre a la deriva. Muy especialmente a ti,  Antonio López, socialista de fragua y de equipaje, incansable en la lucha y esperanza rota. Sí, también con vosotros, concejales del PP, y con don Vicente, tan a su aire y tan gozosamente extraño.

Con doña Natalia, mujer de íntima voz y risa saludable; con don Marino, mi adversario íntimo y, sin embargo, o precisamente por ello, colega en un camino con olor fragua. Con don José Mª y don Francisco, antes don Iván, testigos de cada jornada amarrada al duro banco. Ellos, funcionarios de esta Casa, habrán visto ya muchos cambios de concejales pero, probablemente ninguno tan extraño como el de ahora.

Permitidme este  adiós saxofónico, lentamente grave y entrañable … pero me han faltado cómplices. Pido la palabra hoy, por última vez, después de haberla pedido tantas veces. Y, lo siento, pero no sé lo que me pasa. Aquel sueño de la refundación socialista, compañeros de partido y de fatigas; aquel retrato marcado en la silueta del soneto; aquella débil sonrisa de la fiesta menuda y grande, allá en la aldea; aquel espejo oculto de cada fin de semana dirigido al teatro, al recital o a la música; aquella barca solitaria y sola convertida en náufrago … Todo esto fue cierto. Pero también fue cierta la luz de este pueblo iluminado, la fe de esta Corporación bravía, la ilusión recreada en cada hora al servicio de una sociedad mejor. También fue cierta la ayuda y el trabajo del personal de Cultura (Paco, Javi, Alicia, Juan, Inmaculada, Juanjo y Rafa), y la de todos los empleados de este Ayuntamiento al que me honro de haber pertenecido. Lo uno y lo otro fueron ciertos… porque así es la vida: un proyecto “hijoputescamente” inacabado. 

Siempre que he tenido que enfrentarme a una despedida -y han sido muchas- he recordado la que para mí es la gran despedida de la literatura. Cuando M. Hernández, encarcelado y moribundo en Orihuela -su pueblo- (siempre es el pueblo de uno), le escribe a su esposa Josefina, le dice esto: “despídeme del sol y de los trigos”. Despedidme vosotros de mi voz de soprano, de la lágrima que tuve,  de mi oración profana, de todos los futuribles derrotados y de esa cultura que he querido que nos empapara como gotas de lluvia… Despedidme del sol maquilero de estos Tajos y del trigo candeal de esta Sª del Sur.

Vive la política un tiempo de rastrojos y la Cultura -¡ay, la cultura!- se nos cuartea sin remedio. Como en aquel cuento de Cortázar los tamborileros de la demagogia y los mercanchifles de la calité aplauden con tanto ruido que no dejan oír el concierto.

Pero queda camino por andar. Un camino que la nueva Corporación debe renovar con ilusión y  compromiso, marcando el horizonte nuevo  -limpio y sano- que haga vencer el mito de Prometeo, aquel drama de Unamuno que representa la conciencia del hombre y su afán de conocimiento en la lucha contra todos los buitres. A los nuevos concejales les pido que conserven siempre ese pellizco que convierte la ruina en reliquia, la oscuridad en brillo, la helada cicatriz en iluminado fuego. A los que nos vamos decidles que nos veremos en las esquinas del mundo.
           
Obligado es pedir perdón por los errores. Apuntadlos a mi incompetencia y, como diría Cervantes, “me he afanado por parecer que tenía dones que no quiso darme el cielo”. Me llevo el sabor de esta madera, el olor de un cansancio viejo, el roce diario de vuestra presencia y este rinconcillo de la izquierda. Os aseguro que hice lo que pude.
Os dejo mi palabra -definitivamente- en este poemilla que hice anoche mientras leía a Borges:
     Ya la noche se asoma entre nosotros,
     despidiendo estas paredes de palabras limpias,
     y el mar de los fenicios espumará la niebla.
     Me llevo los recuerdos que merecieron la pena,
     los ratos de azafrán y azúcar, los campos, los caminos
     que definitivamente pierdo.

Perdonad si molesto a alguno, pero quiero que esta última oratoria sea el testamento intelectual y político de un hombre que quiso hacer de la cultura el alimento de un nuevo humanismo. Quiero dejar escrito mi orgullo por haber sido concejal de este Ayuntamiento, mi reconocimiento a nuestra tarea compartida y mi gratitud sincera. Sólo un ruego: alimentad a este pueblo de amor y de poesía.
Os confieso mi cariño reconocido y renovado con un abrazo muy fuerte y un buen brindis. Con las palabras del Arcipreste: muchos vos despide uno que es de Alcalá … ,y  con las de Chavela Vargas: ¡”ojalá que os vaya bonito”! Gracias.

                                   Alcalá la Real, 10 junio 2015. Día de san Fabián y sta. Erika


2 comentarios:

  1. Me quedo con alimentad este pueblo de Amor y poesía....Viva Alcalá la Real...viva la cultura y sus promotores D.Rafael eso va por Ud...un saludo

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  2. Admirado por muchos (sobre todos los que ven en cada palabra una fábrica de infinitas posibilidades) ninguneado por otros (los faranduleros extremos) Yo creo que ha hecho un gran trabajo... Desde la dificultad que conlleva bregar con los gustos de cada colectivo. ¡Hasta Pronto D. Rafael...! Desde mi propia persona y desde el colectivo literario que coordino... ¡Siempre nos quedará el atril!

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