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domingo, 15 de octubre de 2017

ENTRE EL AYER Y EL HOY

Siempre pienso que mi madre me sigue esperando en aquella tienda de la calle Tejar,2. Tengo la impresión de que nunca se fue de allí, y que mi esperanza es que cuando pase por allí, estará sentada en la mesa camilla, con un braserode picón y alrededor de la mesa seguirán sentados Antonio Cabildo y Cangrena, los dos tomando un gran vaso de vino manchego. La sigo viendo casi todos los días con su pequeño cuerpo, su vestido negro, con las mangas remangadas y su moño característico. Estoy en Alcalá la Real, pero creo que si fuese a Frailes no habría cambiado nada, ella permanecería allí, rezando a aquella imagen de la Virgen María Auxiliadora que los albañiles le colocaron en la fachada. Desde la esquina de la puerta de la Rubia, se veía toda la calle Mesones, el Cinema España y la casa del señorico Miguel. Por allí bajaba José María el de Cerdas, con su gran cuerpo y la camisa salpicada de restos de yeso; veo a mi tío Miguel el de Gámez, alto y delgado que viene a sentarse a la puerta de aquella taberna y junto con el hijo de Teófilo pedían un litro de vino de la Mancha.
Aquel Frailes era un pueblo de supervivientes, pero había muchas ganas de vivir, erámos pobres pero teníamos ilusión y aspirábamos a poder conseguir un futuro de esperanza. Sigo pensando que mi madre me está esperando y a pesar de que son ya las doce de la noche, ella no se ha acostado hasta que no llegue, para decirme que no tengo vergüenza y la dejo sola con todo el trabajo. Después, pienso y me miro de arriba-abajo y me doy cuenta que han pasado más de cuarenta años y que ella murió en el año 1979.
Pero los sueños me traen su figura una y otra vez y a pesar de seguir paseando por Alcalá, sin pensarlo, me subo en el coche, llego hasta Frailes y la gente no es la misma. En elcortijo del Nogueral ya no vive el padre Horacio y hay una gasolinera enfrente, en los Baños la situación es distinta e incluso en la Vega han instalado una quesería. Sigo subiendo hasta llegar al Puente de los Molinos y en efecto la situación ha cambiado. Hay un par de restaurantes y a ambos lados han edificado algunas casas.
Me pongo nervioso y llego hasta la parada de la Alsina y con ansiedad llamo a la puerta de la casa de mi madre, y de allí sale mi hermana Juanita, pero mi madre no está allí; la casa se ha transformado y de lo de antes, solo queda la imagen de la Virgen María Auxiliadora que sigue intacta.

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